“La QUEIMADA” de Castrelo de Cima recupera una tradición que siempre hubo en la zona. Es una fiesta nocturna, que se celebra todos los 9 de septiembre en un entorno rodeado de castaños. La luminosidad del aguardiente quemándose en el pote y el recitado del conjuro le dan a esta ceremonia un aire mágico.
Se trata de una fiesta en la que participan todas las gentes de la aldea, a la que acude gente de toda la comarca y mismo del vecino Portugal.
Desde sus comienzos, allá por el año 1975, la fiesta se dedica a un tema o motivo distinto en cada edición: a las antiguas lareiras, a las tabernas del pueblo, a la vendimia, a los vikingos, al mundo medieval.
La gente de la aldea es la que prepara todos los actos que se celebran en la noche de la queimada. Esta fiesta hace que emigrantes y residentes de la aldea se junten en esos días.
La Queimada se hace con el aguardiente de la zona, de mucha fama y calidad. Toda persona que acuda a Castrelo de Cima esa noche será invitado gratuitamente a tomar queimada y bica.
La máscara del Vellarrón, que se está recuperando por el ayuntamiento y asociaciones culturales, representa una cara humana, con unas orejas rogadas, barba y bigote hechos con lana de oveja negra. La corona está hecha con mimbre y papeles (Veiga del Seixo) o tiras de tela (Castrelo de Cima) de colores. El atuendo se completa con una camisa de afelpa con un triangulo invertido y adornada con una especie de escarapelas o fror de tela de la que cuelgan hitas de colores; el pantalón va adornado con #fleco de colores, en jarra un paño y un cinto de esquilas. En las piernas: polainas de cuero.
No hace mucho tiempo que estas máscaras salían en grupo a pedir dinero o más bien viandas con las que hacer luego un almuerzo para el grupo. Acompañando a los vellarróns iban otros personajes como la Madama, mujer engalanada con ropas elegantes y el Farrangón, hombre disfrazado con ropas viejas y con la cara tapada, que era el encargado de recoger los aguinaldos que daban los vecinos.
VELLARRONO vellarrón, al tiempo que hacía sonar las esquilas que llevaba en jarra, iba batiendo con un “harapo” similar a un golpeo, a cuántos encontraba por las calles a su paso. La gente le decía: ¡Viejo, viejo, vellarrón, mete el dinero en el bolsón!, para que había guardado el dinero que algunos le daban.
Según cuenta Xosé Rguez. Cruz, investigador de las tradiciones y costumbres del sureste ourensano, (Trazos sobre el atuendo tradicional en el Sureste Ourensano, Ed. Diputación de Ourense, 2004)
Otro de las costumbres del carnaval en Castrelo de Cima eran las visitas y los bailes de las mariposas.
Ataviados con paños, colchas o cualquier ropa vieja, las llamadas mariposas iban de casa en casa, entrando en ellas donde bailaban en medio de bromas y volvían a salir para continuar con su baile en la calle y luego en otra casa, así hasta recurrir toda la aldea.
La castaña es el fruto del castaño, árbol de la familia de las fagáceas y de nombre científico Castanea Sátiva. A lo largo de la historia constituyó uno de los alimentos más antiguos de la humanidad.
Hay quien piensa que el castaño fue introducido en Galicia por los romanos, sin embargo, la hipótesis más aceptada hoy, en base a estudios palinolóxicos, es que se trata de una fruta autóctona, en las formas bravas y silvestres, ya que al pie de los castros celtas ya había castaños, y que los romanos fueron los que difundieron e introdujeron nuevas variedades de castaña selecta.
La mayor parte de las castañas que se cogían en los soutos gallegos se echaban en los hórreos de las cocinas, para secarlas. Todas las lareiras gallegas tenían encima de ellas un hórreo; el techo de la cocina estaba formado por traviesas de madera separadas entre ellas medio centímetro, dejando espacio suficiente para que pudiera subir el calor y el humo, sin que cayeran las castañas. Las castañas secas son duras. Su sabor, como si fuera un caramelo, es dulce y exquisito.
Estas castañas secas, que se conservaban sin problema durante varios meses, se cocían, como si fueran patatas, constituían uno de los alimentos básicos.
Ya desde el siglo XVI con la llegada de las patatas y del maíz que provenían de América, dejaron de ser uno de los alimentos básicos para convertirse en un más.
La castaña se consume asada, cocida con leche, en agua, en el caldo o acompañando a ciertas carnes. Actualmente, es cada vez mayor la presencia de la castaña en platos elaborados con carnes de caza y en dulces de alta cocina, destacando el “marrón glacé”
Riós forma parte de la comarca productora de castaña de Conso- Frieiras, con una producción anual que ronda las 2.000 toneladas. Dada la calidad y calibre de las castañas de la comarca son demandas de todas las partes del mundo.
Las variedades más comunes en el Riós son:
- Famosa,
- Longal,
- Roja
- y la Piñeira,
siendo las variedades de Famosa y Longal las más abundantes y la Piñeira, la primera en dar fruto.
La castaña posee propiedades tónico-vasculares, reconstituyentes y también antiinflamatorias, por lo que son beneficiosas para la memoria, y muy indicadas en casos de desgaste físico, depresiones, problemas de próstata, varices, y hemorragias.
En Riós se viene celebrando desde hace 11 años la fiesta de la castaña y de la seta con el objetivo de ensalzar estos dos productos típicos del otoño y de la zona.
Durante dos días del primer fin de semana del mes de noviembre se celebran actividades de tipo cultural y gastronómico; charlas informativas sobre los castaños, concurso gastronómico de la castaña y de la seta, concurso fotográfico y stands expositivos con productos artesanos de la zona, embutidos, carne ecológica,…
La fiesta finaliza con una comida-degustación popular, que el ayuntamiento organiza de estos dos productos, que año a año cuenta con gran asistencia de comensales, tanto de los vecinos del ayuntamiento como de foráneos.